En el pueblo de Nochistlan ocurrió un suceso extraño que aún mantiene asombrados. Otros lo han escuchado de boca en boca de sus ancestros que aún recuerdan esos terribles relatos. En los primeros años del siglo XX en el grito de la Revolución Mexicana en los confines de México. En Nochistlan el 20 de enero de 1913 era una fiesta, por la celebración de San Sebastian, uno de los santos más venerados en la región. Ése día temprano se escucharon truenos en el cielo, la gente pensaba que era pólvora que se lanzaba al aire con motivo de la fundación de San Sebastian.
Al llegar la tarde cuando la gente reunida en la la iglesia, algunos se sorprendieron cuando en el rumbo al sur, al ver el horizonte por el lado de la Mesa de San Juan donde se veía un tono plomizo extraño, que poco a poco se extendió como nube en el cielo, se oían truenos. Algunas personas decían que se trataba del Cerro Gordo de Tepatitlan que amenazaba reventarse.
En la noche en instantes se vio brillar la luna, pero enseguida se inició la noche más oscura que Nochistlan había visto jamás. Las calles adornadas co papel de colores de verde, azul, amarillo y el morado, cantaban de júbilo sobre el terciopelo negro de la noche. La gente se iba a la serenata y los fuegos aludidos, cuando inició a correr la voz de que caía tierra del cielo, la gente hacia caso omiso caminan por las vendimias, veían un polvo fino.
Nadie esperó a que se prendieron la pólvora por miedo, volvieron a su casa. La atmósfera para las once de la noche se hizo irrespirable. El piso cómo alfombra, las luces del alumbrado público apagadas. Las iglesias se habían abierto la gente rezaba, clamaban misericordia, sacaron varios santos y en procesiones había rostros con ceniza, remojados por las lágrimas, era tal angustia en las caravanas de dolor, alumbrados por grandes velas, que apenas se veían por la ceniza. Hubo quien confesó sus pecados. De pronto un estallido seco, había desmayos y fuertes lloros, carreras y confusión.
El depósito de gas del alumbrado público de la Plaza, no resistieron la presión del ambiente provocó la detonación, ésto provoca enfermedades de niños que jamás sanaron. Sabida la causa del fenómeno del gas, se calmaron, pero adivinaban el surgimiento del volcán en el cerro cercano, temían que morirían ahogados de ceniza. Recordaron la Ponpeya descrito por Plinio, agotados por la angustia, se resignaron ante lo inevitable, todos quietos, no había otro remedio que esperar la muerte en sus casas. Las familias se reúnen, rezaron las últimas oraciones con las puertas bien cerradas. ¡Que sea lo que Dios quiera, ojalá que mañana veamos la luz, bendito sea!. Algunos se durmieron.
Al amanecer se dieron cuenta que eso había terminado, entre tres o cuatro de la mañana, hubo quien dijo que ya no caía ceniza. Los pájaros e insectos muertos y los árboles del jardín. Por la tarde cayó un aguacero y el agua lavó los árboles, plantas, calles y azoteas. La ceniza alcanzó algunos centímetros de espesor. Experiencia cruel para la impotencia humana ante la naturaleza, ésa ocasión el volcán de Colima arrojó muchas toneladas de piedras, tierra, ceniza y gases calientes que se extendieron en los estados de Colima, Jalisco y Zacatecas. Nochistlan fue de los estados más afectados, aún vive su recuerdo sigue vivo cómo la noche más oscura de toda la historia.
Nochistlan De Zacatecas
Clotilde Evelia Quirarte
pag 181 y 182
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