Leyendas de los Días Santos en San Miguel El Alto Jal.
-¡Oyes Nicasio!, ¿Te acuerdas que Ambrosio se perdió el jueves santo del año pasado?
-Claro que me acuerdo, si se armó el mitote en grande. Ese día yo lo vi temprano por la “Tinajita”, arreando unos becerros, y al siguiente día fue cuando me di cuenta que estaba perdido.
-¡Pues ya apareció Ambrosio! vivito y coleando.
-¿Cómo y dónde?
-Figúrate Nicasio que ese día Ambrosio se fue a caminar rumbo al cerrito de Cristo Rey, después de hacer sus labores a cortar unos nopales, para que estos estuvieran listos para la hora de comida. Ya que habíamos quedado ir a los Oficios en la tarde al templo y este nunca llegó a la ceremonia, pensé que algo se le había atorado, ya por la noche su familia me buscó para ver si yo sabía algo de él, pero nadie supo para dónde se fue, ni cómo despareció.
-¿Y dónde andaba pues ese Ambrosio?-Mira Nicasio, quisiera que él te la platicar, pero el pobre anda bien sacado de onda, así que deja te platico. ¿Recuerdas que los abuelos platican de una cueva encantada que existe allí en el Cerrito de Cristo Rey? que se abre solo por unos momentos uno o dos días del año y la cual si alguien ingresa a ella se cierra de inmediato.
-¡Sí, cómo no voy a saber si esa todo mundo se la sabe! Y unos dicen que esta cueva está a espaldas del monumento de Cristo Rey, como a la mitad del cerro, aunque otros dicen que está a mero abajo, pero pues sabe cuál será la verdad.
-Pues para que te la sepas, Ambrosio le tocó entrar a esa cueva, y la verdad lo que me platicó esta para no creerse, si no fuera que lo vi yo ese día que salió con la mismita ropa que traía cuando se perdió, juraría que me estaba echando mentiras. Me platicó que ese día después de darle de comer a los becerros, tomó su gancho y su canasta para ir al cerrito de Cristo Rey por unos nopalitos, ya que allí están unos nopales blanquitos, pero que después de cortarlos se le ocurrió caminar un poco entre el cerro para ver si encontraba una buena “horqueta” de Grangeno, y en eso andaba cuando vio una cueva que él nunca supo que existía, ya que seguido visitaba el lugar. Dudó un poco al entrar porque estaba muy oscura y se escuchaba dentro de ella un murmullo de voces, pero al fin se animó, y dice que en cuanto se adentró en ella unos cuatro metros, la cueva se cerró, de repente se iluminó dentro, observó que al fondo como a una distancia de unos siete metros se encontraba la orilla de un pequeño poblado, donde se observaba una muchedumbre de gente que iban y venían con productos para vender, en un lugar parecido al de la Plazuela, y que los antiguos llamaban Tianguis, pero lo curioso que eran personas vestidos como los indios que salen en los libros de la escuela, quienes comercializaban al trueque en una armoniosa paz, su presencia se les hacía indiferente, comentó que platicó con uno de los habitantes de este pueblo encantado, le platicó que en este lugar el día y la noche se unen, ya que el tiempo no existe en este lugar y que ninguno de ellos podía salir de este pueblo. Después de andar viendo y conociendo todo lo que allí se encontraba, decidió salir de la cueva porque el sentía que ya pasaría casi todo el día, y cuando sale de la cueva ya no encontró ni su gancho ni su canasta, pensó que se la habían robado, observó que no era tan tarde como imaginaba. Así que se dio prisa para alcanzar a cortar otros nopales, los cuales insertó en una ramita de ‘’Varaduz’’. Prosiguió su camino rumbo a su casa para cocinar sus nopales, pero al llegar hasta los perros lo desconocieron, y sus hijos azorados corrieron a visarle a su madre que su papá se había aparecido, cuando su mujer lo vio, se desmayó del susto y la emoción de verlo. Después de recuperada su mujer le preguntó que donde había estado todo este tiempo, ya que hacía un año que solo encontraron su canasta llena de nopales y su gancho junto a una gran roca que tiene gravado un venado sobre ella; éste sorprendido por lo que escuchaba de su mujer y de sus hijos no dejaba de pensar como pasó esto, si él solo estuvo unas horas dentro de aquella cueva, después de escucharlos, decidió platicarles lo que realmente le pasó dentro de aquella cueva, muy escépticos lo escucharon detenidamente.
-Como para no creerse, pero estuvo grueso lo que le pasó Ambrosio; pero a ver, ¿platícame o dime que sabes tú de esta cueva? ¡Dicen que se abre uno o dos días del año! ¿Será cierto?
-Mira Nicasio, lo que se escucha entre los mayores, es que solamente se abre por unos momentos, el jueves o el viernes santo. Ya antes de Ambrosio unas personas habían ingresado a esta cueva, por lo que platicaba mi abuelo que vivía por el Saltillo, y los que se han metido dentro de esta cueva experimentan que es como un portal entre la realidad y la fantasía, lo cierto es que si vas algún día de visita o a explorar el Cerrito de Cristo Rey, ten cuidado por si te encuentras abierta la cueva no vayas a meterte porque ya sabes lo que va a pasar.
Fin. Por Simio Ortega
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