El lobo y el cordero
Un lobo y un cordero, empujados por la sed, llegaron al mismo riachuelo. El lobo se detuvo más arriba, y mucho más abajo se situó el cordero. Entonces, aquel bribón, empujado por su desenfrenada glotonería, busco un pretexto para pelearse.
-¿Por qué -dijo- enturbias el agua que estoy bebiendo?
El cordero, atemorizado, respondió:
-Perdona, ¿cómo puedo hacer eso, si bebo el agua que pasa antes por ti?
Como puede verse, el cordero no carece de astucia retórica y sabe cómo frustrar la débil argumentación del lobo, precisamente partiendo de la idea, compartida por las personas de sentido común, de que el agua arrastra los residuos e impurezas del monte al valle y no del valle al monte. A la refutación del cordero, el lobo opone otro argumento.
Y aquel, derrotado por la evidencia del hecho, dijo:
-Hace seis meses hablaste mal de mi.
Y el cordero rebatió:
!Pero si aún no había nacido¡
Otro buen movimiento del cordero, al que el lobo respondió con un nuevo pretexto
-¡Por Hércules! Fue tu padre el que habló mal de mi –dijo el lobo. E inmediatamente se le echó encina y lo despedazó hasta matarlo injustamente.
Esta fábula está escrita para aquellos que buscan perjudicar a las personas con falsos pretextos.
Superior stabat Fedro, Fábulas 1, 1 (20 aC – 50dC)
A Paso de Cangrejo: Umberto Eco.
Moraleja 1: Mándalos a la chingada, hagas lo que hagas no dejarán de chingar.