Para principios del siglo ya XVIII se encuentra en construcción el Templo de San José, que luego fuera la sede del convento de los Padres Oblatos de San Carlos de Borromeo.
En el año de 1818 se decidió sacar a la Virgen de su parroquia, (pues esta estaba ya muy dañada por el tiempo y a causa de temblores) y trasladarla al templo de San José donde habitó hasta 1898.
También durante mucho tiempo la presidencia estuvo cerca del templo de San José.
El antiguo edificio presidencial está ubicado en la calle que está a espaldas del templo de San José. También hay que recordar que ese templo de San José fue durante muchos años Parroquia, lo que quiere decir que el centro del poblado estaba como quien dice en esa zona.
El Águila que está en la actual presidencia fue movida desde este edificio en ruinas, según una placa que está en la actual presidencia en los años 1959 – 1961.
La capilla sigue funcionando como templo, el monasterio fue usado como cuartel, convento y ahora funciona como escuela primaria.
Este edificio alberga la leyenda más famosa de Teocaltiche: “El Padre sin cabeza” que narra la historia de un Sacerdote que fue decapitado al momento de la consagración, por lo que en algunas noches se aparece para invitar al que pasa frente al templo a escuchar su misa, con un escalofriante desenlace.
Padre sin cabeza:
Cuenta la leyenda que una mañana del siglo 18 en plena misa, un grupo de desconocidos entró en el Templo del San José y mientras el padre estaba en plena consagración éstos le cortaron la cabeza de un solo golpe.
Nadie sabe por qué lo hicieron, pero desde ese día empezaron a ocurrir cosas extrañas, sonidos, voces, lamentos pero lo que más llama la atención es que algunas noches, a media noche se puede ver al padre invitando a la gente a que escuche el final de su misa.
Una de esas noches una pareja pasaba por ahí, pues por alguna razón se les había hecho muy tarde para regresar a su casa, vieron a un sacerdote que los invitaba a entrar a escuchar su misa, ellos tuvieron pena de negarse y entraron, todo transcurría con normalidad hasta que cuando llegó el momento de la consagración vieron con terror que la cabeza se le desprendía del cuerpo, en eso un fuerte viento apagó las velas del tempo y cerró la puerta, se empezaron a escuchar gritos y lamentos, la pareja intentó huir pero fue inútil pues no pudieron abrir la puerta, el miedo los hizo perder el conocimiento.
Al amanecer el sacristán encuentra la puerta entrecerrada, y al abrirla sale la pareja gritando. Al paso del tiempo más personas cuentan la misma historia. Y se dice que aún hoy algunas noches aparece el padre invitando a que escuchen su misa.