En muchos espacios en donde nos desenvolvemos aparecen personas que aparentan ser completamente funcionales, bondadosos, solidarios, buenas personas, son carismáticos y se venden de tal modo que terminan haciéndonos creer que son dignos de admiración. Es difícil detectar a tiempo a estas personas pues suelen engañar hasta a los profesionales de la salud mental por su alto grado de cinismo, manipulación y dramatización. Son tan audaces que logran hacer dudar a sus víctimas si en verdad merecen el castigo que se les impuso.
El psicópata es un personaje hábil, astuto, cínico, es calculador y frío, pero es bueno fingiendo empatía para alcanzar sus propósitos que son en realidad lo único que le importa. Son personas sin compasión, ni respeto, ni consideración, ni dolor, ni aflicción por el daño que produce.
Los psicópatas funcionales (los malos porque también hay buenos) no son directamente violentos, poseen habilidades y destrezas, con tacto para manejar diferentes circunstancias, «importante», saben generar división, chismear, calumniar o victimizarse cuando les conviene “¿Qué les hice yo?”.
Se manejan sin estridencias, sin ningún tipo de cruda moral por sus actos, sin ética, aunque saben muy bien guardar las apariencias, parece una persona normal, se cuela en cualquier espacio, saben decir lo que tienen que decir solo para ser aceptados en esferas sociales que convienen a sus propósitos, suelen ser percibidos como exitosos, productivos, y de utilidad. Sin embargo, el psicópata funcional trabaja sucio desde el poder, no importa a quien utilice, pise, destroce. Estas personas saben qué hacer cuando otros no, estas personas resuelven, importándoles únicamente la solución y poco las consecuencias.
Manipular, ser egocéntrico, narcisista, compra y condicionar a grupos, familia, pareja, amante, amigos, con tal de lograr sus propósitos, y si alguno de ellos en el eslabón ya no le sirve simplemente lo desecha y si para justificar sus actos tiene que terminar con la reputación del afectado simplemente lo hace.
El psicópata lleva una vida normal, autocrático, que solo trabaja para sí mismo a la sombra de los demás, hace el trabajo sucio, el negocio ilícito, evade impuestos, genera chismes, planifica maldades y corrompe todo lo que puede para mantener su estatus social y seguir creciendo en su carrera.
Sin embargo, se perfuma, es fino en sus modales, gusta del arte, y cosas caras, a veces fingen ser solidarios, o estar preocupados, su teatro suele engañar a los demás y consiguen seguidores, gusta de todo lo que piense que significa éxito, los restoranes caros, y todo eso lo hace para ocultarse a sí mismo, para ocultar su propia agonía que le significa la vida y se quiere convencer que todo eso (lujos, dinero, poder) que hace es vivir feliz.
Al psicópata solo hay que darle tiempo, para verlo transgredir, corromper, dividir, y cosas peores solo para conseguir sus propósitos, pero tarde que temprano el psicópata se termina exhibiendo, pues las personas que han sido víctimas comienzan a darse cuenta y a intentar informar a los demás para que no les haga lo mismo, pero muchos no le creerán, el psicópata traiciona al que ya no le sirve y lo justifica de manera que perjudica aún más al traicionado, sin importar la lealtad y compromiso que el traicionado le haya mostrado por años al psicópata.
Muchos de los psicópatas funcionales, no todos, algunos de verdad funcionan en la sociedad sin mayores problemas, pero los que buscan el poder sin importar a los que afecten son simplemente monstruos disfrazados de Lords.