Mediante un pequeño esfuerzo, e investigando a antiguos tejedores, he podido hacer el presente escrito sobre el origen del SARAPE, tan conocido en el mundo entero como DISTINTIVO de México en cualquier parte del mundo.
Acaso puede existir una máquina, que tras un largo perfeccionamiento y con una infinidad de adaptaciones, teja un sarape, que solo haría un dibujo, y sujetarse estrictamente a un sistema con movimientos mecánicos establecidos.
En esos telares va la inspiración del tejedor, esto es lo que le da a los obrajeros, como se denominaban en el siglo diez y nueve, les da esos tejedores de sarape, la categoría de artistas, que crean, sacan de la nada una forma nueva, la que estampan en la tela, un sueño, una figura imaginable a sus pensamientos y traducido en interior, manifestado y estampado en su tejido.
Ellos que en cada arrojada de lanzadera, en cada cadejo, en cada color, en cada sombra dejan impresos los motivos misteriosos de su inspiración.
En su primera visita que hizo Nuño de Guzmán a Teocaltiche, se encontró que cultivaban el algodón y fabricaban sus cobijas y sus telas para cubrir parte de su cuerpo. *Notación asentada en Información descriptiva de Teocaltiche, hecha por su Teniente de Alcalde Mayor Hermano Gallegos, 1585.
Fue así como los autóctonos se iniciaron en el tejido del sarape, buscando darle mayor colorido, con tintes que obtenían de insectos, tales como la cochinilla, que abundaban en los nopales de la región.
Ya en los años 1800, un hombre denominado Domingo Hernández, así como su padre Agapito Hernández, perfeccionaban el telar para poder trabajar los tejidos de lana y algodón.
Los recoveros de aquella época, fabricaban los rebozos en forma rústica, viendo como los obrajeros del tejido de lana se perfeccionaban, y podían tejer más cómodamente y rápido, ellos mismos idearon una lanzadera con el objeto de poder trabajar mejor.
Se encontraban en competencia, ambos tejedores, se interesaban en tejer mejor, y se daban el lujo los tejedores de la lana de surtir de sarapes y cobijas a toda la región.
A mediados del Siglo, durante la intervención Francesa, un Jefe Político Miguel Kailer que fue duro, con el pueblo y nunca tuvo amigos, sólo hizo amistad con Agapito Hernández, dándole ideas para mejorar los telares, las lanzaderas, teniendo conocimientos sobre tejidos, adquiridos en su ciudad natal, les ayudó para que establecieran una pequeña fábrica de sarapes, rebozos, jorongos, mantillas y cobijas.
Transcurridos los años 1870 a 1900, en los que destacaron en el arte del sarape y otros tejidos, por su colorido, textura y apariencia, fue el Sr. Manuel López López, que formó una gran familia de Tejedores heredando sus conocimientos a su hijo Severo.
Dn. Severo López, el que inculcó a su familia el amor a los tejidos, casó con una señorita, Doña Dieguita Arámbula, originaria de la Hacienda de las Juntas, mujer sumamente hacendosa que tejía en los telares el sarape en una forma maravillosa, la que enseñó a sus hijos a tejer, motivo por el cual esta mujer se puede considerar como un pilar importantísimo en la fabricación de sarapes.
Los hijos de este matrimonio, Pablo, Catarino, Pedro, Anselmo, Ma. Del Refugio, Ma. Concepción y Patrocinio López Arámbula.
Toda la familia se dedicó a la fabricación y tejidos de lana, pero en lo particular el sarape.
Durante la época que estuvo viviendo la familia unida en Teocaltiche, ocuparon un lugar importante en la ciudad en la fabricación del sarape.
Posteriormente, Pablo López Arámbula se estableció en Aguascalientes en la Calle de Guadalupe, fábrica en la que tuvo problemas laborales, y finalmente se estableció en la ciudad de México, con una fábrica de cobijas y de regenerados.
Anselmo López Arámbula se estableció en San Pedro de las Colonias, Coahuila, al regresarse de Estados Unidos, en donde estuvo de instructor de tejidos; posteriormente se estableció en Aguascalientes fundando la Fábrica de Tejidos “LA INDUSTRIAL”, que actualmente la manejan sus hijos con el nombre de “LADISA”.
Entre los discípulos de Manuel López, podemos contar con los señores Fermín y J. Refugio Alvarado, quienes trabajaron como obreros, haciendo viaje a la frontera, llevando sarapes, intercambiando productos, tintas, y sustancias para curtiduría, los que vendían en esta población, así como en Nochistlán y Mexticacán.
Fermín y Refugio Alvarado, empezaron a tener relaciones, tanto comerciales como familiares, y hacían intercambio con productos hechos en Teocaltiche, como ajuares para mulas, sarapes, hasta que al final de los años Fermín Alvarado se casó en Saltillo, siendo ayudado por el suegro para que estableciera su negocio en esa población, empezando a hacer los sarapes, mismos que denominaron de Saltillo.
José María Romo fue contratado por la familia Alvarado para que se fuera a Saltillo de tejedor, en donde desarrolló su vida.
Refugio Alvarado, hijo de Fermín, ocupó la presidencia Municipal de Saltillo.
De esta familia sólo uno de los descendientes conserva una pequeña fábrica de sarapes, que se han denominado de Saltillo y que en algunas ocasiones han fabricado retratos tejidos.
Cuando los señores Alvarado se separaron de Agapito Hernández, ya en el obraje había muchas personas que trabajaban perfectamente los telares, según me platicó Basilio Rosas, sarapero viejo, que ya murió, quien me indicó que fácilmente se pueden identificar los sarapes hechos en Teocaltiche, con los fabricados en otras regiones, ya sean de Texcoco, San Andrés, Saltillo, que aunque todos ellos su origen fue en Teocaltiche, han modificado su estilo, distinguiéndose en que los fabricados en Teocaltiche tienen hasta diez sombras, mientras que los hechos en las otras partes sólo cuentan con cuatro sombras, no porque no los puedan hacer iguales, si no porque la variación de sombras, aumenta el costo de las materias primas, así como el costo del tejido, y es mayor el trabajo.
Otro de los discípulos de Agapito Hernández, fue Sixto López quien estuvo trabajando por algún tiempo en Teocaltiche, ofreciéndole un trabajo en la Industrial la Aurora, establecida en la Hacienda de San Ignacio, cercano a Aguascalientes, en donde llegó a ser Jefe de Tejedores.
Posteriormente se estableció juntamente con toda su familia en la población de Encarnación de Díaz, Jalisco, donde aún existen tejedores de sarapes.
Inocencio Herrera García, nativo de esta ciudad quien vio la luz primera el 28 de diciembre de 1898; fueron sus padres Dn. Nicolás Herrera, Maestro de tejidos, siendo Presidente Municipal Dn. José María Villalobos, estableció una escuela de tejidos en 1861, recibiendo sueldo del ayuntamiento.
Su madre Aleja García, originaria de Río Chico, de éste Municipio.
Se inició en los Tejidos en Teocaltiche, trasladándose a la muerte de su padre a Aguascalientes; trabajó en la Fábrica la Aurora, platicándome que la mayor parte de la producción, se destinaba exportada a Inglaterra. Las piezas con ese destino debían de ser de colores fuertes, azul o rojo.
Fue instructor en tejidos en la escuela Federal de Guadalupe, Zacatecas, estando la dirección de la misma a cargo del Coronel Francisco Alzate en el año de 1918.
En esa población, un discípulo de la mencionada escuela, Francisco Ruelas, así como su hermano Roberto Ruelas, establecieron un taller de sarapes, que aún conserva su hijo del primero de ellos de nombre J. Encarnación Ruelas Padilla, quien ha hecho algunos retratos siguiendo la escuela nacida en esta población.
Así mismo se encuentran establecidos algunos discípulos de la escuela de tejidos de Guadalupe, Zacatecas, en la población de Ojo Caliente, Zacatecas.
Entre los tejedores que salieron de Teocaltiche, se encuentra el Industrial de Aguascalientes, Dn. J. Jesús Rivera Franco, nacido en este terruño, hijo de la Sra. Epigmenia Franco y el Industrial tejedor Gabino Rivera.
En la actualidad es propietario de 10 de fábricas de distintos tejidos e hilados; en ellas se fabrican los famosos cobertores SAN MARCOS, toallas, alfombras, hilo, telas para tapicería de alta calidad y en fin un sin número de artículos, siendo las mencionadas fábricas, un modelo regional en su dirección.
Dn. Jesús Rivera Franco, es el director general, y sus hijos son los administradores herederos de un Gran Tejedor de sarapes.
Isidoro Aguayo que también cuenta con una fábrica de sweaters en Aguascalientes, al igual que los hermanos Márquez, todos ellos iniciadores en el tejido del sarape en esta población ALTEÑA.
Todas las industrias o cualquier trabajo sobre todo en esta población se ha desenvuelto con muchos trabajos, inicialmente por el abandono de los gobiernos del centro, posteriormente con los trastornos naturales los cambios de gobierno en la época Revolucionaria, la concentración ordenada por los gobiernos estatales. La Revolución denominada Cristera, etc., hicieron que nuestra población sufriera cambios que trastornaron grandemente, y no solo su economía, si no también socialmente.
Nuevas generaciones han venido a germinar en este suelo, y el pueblo que nunca ha querido doblegarse, empieza una forma de vida en Teocaltiche, iniciándose su época de oro, en los años de 1930 a 1945, existieron infinidad de personas que tenían un taller de tejedores, ocupaban un sin número de gentes, llegando a ser la principal actividad industrial en la región, siendo lo más importante que era la mejor remunerada.
Entre los pioneros de esos años podemos mencionar a Dn. Jesús Ramírez Silva, Gabriel y Alejo Morán, Raúl y Salvador Ríos así como a sus hermanas Catalina y Jesusita, Ángel Morán que formó un taller, trabajando 40 telares, y una producción considerable de sarapes, Francisco e Isidoro Álvarez, J. Guadalupe Serna, Romualdo Martínez, Francisco Iñiguez, J. Jesús García “El Chory”, Raúl Delgado, Antonio Córdova, Arcado y Guadalupe Raymundo, Plácido Chávez, los hermanos Antonio, Benjamín, Efraín, Roberto y Bernardino López.
Logró la mayor producción J. Jesús Ramírez Silva, quien llegó a tener 100 telares, y con un total mayor a 1,000 sarapes diarios de tamaño regular.
La propaganda comercial, iniciada por el industrial J. Trinidad Herrera González, bajo la ayuda económica del Industrial Dn. Francisco Javier Sauza, hizo que abrieran nuevos campos a la industria.
Actualmente existen algunos talleres prácticamente familiares, que con muchos trabajos para conseguir la materia prima han podido subsistir, siendo algunos de ellos Ramón Alonso, Ángel Muñoz que cuenta taller formal, Silvestre Ortiz, Pedro Cuevas, y otros muchos que trabajan por su cuenta, así como un pequeño taller que aún conserva la familia Herrera, fundado por José Trinidad Herrera González.
El sarape, una artesanía mexicana que se encuentra en Rusia, Alemania, Japón, Suecia y en fin en todo el mundo, se identifica inmediatamente el arte textil mexicano, por lo que creo puede considerarse como un signo de mexicanidad.
En el Museo Británico de Londres se encuentran unas piezas tejidas de sarapes hechos en Teocaltiche, México, dándoles similar importancia a piezas hechas en Edimburgo, Escocia.
Es así como una industria que podemos considerar la mas antigua de la República Mexicana y que ha recorrido todas las partes del mundo, dándole fama muy merecida a los artesanos mexicanos, cuya industria se iniciara en esta tierra CAXCANA.
No quiero pasar por alto nuestra industria de la madera y hueso, ya que muchos de nuestros saraperos, cambiaron el oficio al labrado de madera y hueso, la que tuvo su auge, habiendo emigrado muchos de ellos a las poblaciones michoacanas en especial a Quiroga.
Sea este un humilde homenaje que hago a nuestros tejedores, que han sabido estampar en el sarape el cariño, el corazón, el amor a su terruño para la grandeza de México.
Fernando Ramírez H.
Compilador.