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4 Leyendas de miedo que se cuentan en los pueblos

La llorona, los exorcismos, el charro negro y el padre sin cabeza son solo algunas de las leyendas de miedo que se escuchan por en muchos pueblos, cada pueblo tiene su adaptación aquí les cuento como las escuche en mi pueblo Teocaltiche.

Padre sin cabeza:

Cuenta la leyenda que una mañana del siglo 18 en plena misa, un grupo de desconocidos entró en el Templo del San José y mientras el padre estaba en plena consagración éstos le cortaron la cabeza de un solo golpe.

Nadie sabe por qué lo hicieron, pero desde ese día empezaron a ocurrir cosas extrañas, sonidos, voces, lamentos pero lo que más llama la atención es que algunas noches, a media noche se puede ver al padre invitando a la gente a que escuche el final de su misa.

Una de esas noches una pareja pasaba por ahí, pues por alguna razón se les había hecho muy tarde para regresar a su casa, vieron a un sacerdote que los invitaba a entrar a escuchar su misa,  ellos tuvieron pena de negarse y entraron, todo transcurría con normalidad hasta que cuando llegó el momento de la consagración vieron con terror que la cabeza se le desprendía del cuerpo, en eso un fuerte viento apagó las velas del tempo y cerró la puerta, se empezaron a escuchar gritos y lamentos, la pareja intentó huir pero fue inútil pues no pudieron abrir la puerta, el miedo los hizo perder el conocimiento.

Al amanecer el sacristán encuentra la puerta entrecerrada, y al abrirla sale la pareja gritando. Al paso del tiempo más personas cuentan la misma historia.  Y se dice que aún hoy algunas noches aparece el padre invitando a que escuchen su misa.

El Charro Negro

Desde hace casi dos siglos ya se decía que en esa vecindad asustaban, que en cuanto oscurecía empezaban a suceder cosas extrañas. Cuenta la leyenda que un hombre misterioso con unos ojos espantosos que vestía un traje de charro negro y un ancho sombrero se aparece algunas noches. Este charro negro se aparecía asustando a los habitantes de la vecindad y también a los que se encontraba a sus alrededores.

Una noche un huésped  cuando trababa de subir las escaleras de la vecindad sintió que alguien lo jalaba del brazo y trataba de llevarlo hacía el cuarto donde guardaban el carbón, en ese momento gritó ¡Auxilio! ¡El Charro Negro quiere llevarme! Entonces salieron vecinos en ayuda del asustado señor. Los vecinos notaron que alguna fuerza sobrenatural lo jalaba, los vecinos intentaron jalarlo hacía el lado contrario pero la fuerza sobrenatural era más que la de ellos, cuando de repente el Charro negro por fin lo soltó y todos cayeron al piso, el fantasma soltó una carcajada como si estuviera satisfecho por el pánico que ocasionó.

Aun hoy algunas noches se pueden escuchar los cascos del caballo y la risa del Charro Negro asustando a algunos desvelados que cerca del edificio van pasando.

El exorcismo

Muy pocos templos tienen la autorización de contar con los recursos necesarios para la realización de exorcismos. En Teocaltiche, el Santuario posee la estrella de los exorcismos, ésta se encuentra en el piso debajo de la cúpula principal y usted puede comprobarlo fácilmente.

Cuando se dispone a realizarse un exorcismo se pone a la persona en el centro de esa estrella, empezando el rito ésta no puede salir de ella, en esa estrella se puede ver el desgaste que la persona deja en su lucha por liberarse del espectro.

Cuenta la leyenda que al terminar de dar su sermón, un sacerdote repentinamente se detuvo ante la mirada de los presentes, su rostro mostraba pánico, comenzó a sudar. Frente a él y en el centro de la estrella estaba parado un espíritu maligno que lo observada con expresión de furia, que sólo él pudo observar, el sacerdote se armó de valor y terminó la misa, fue hasta ese momento que el espectro por fin desapareció. Al terminar la misa la gente que había notado el miedo del sacerdote le preguntó que le pasaba y él les contó ese espantoso suceso.

La leyenda de la llorona

En tiempos de la conquista una mujer indígena mantuvo un romance con un soldado español, el fruto de ese romance fueron tres bellos hijos.

Ambas culturas rechazaron a la mujer, pues su relación era prohibida, ella suplicó al español que formalizaran su unión a la que este respondió casándose con una española. La mujer se quedó desamparada pues su pueblo se sintió traicionado por enamorarse del enemigo y en la comunidad española tampoco tenía cabida.

Dolida, sola, sin lugar a dónde ir y desesperada, la mujer fue al rio y ahogó a sus queridos hijos, el rio se encargó de arrastrar  los pequeños cuerpos hasta que se le perdieron de vista. La mujer enloquecida de dolor al darse cuenta de lo que había hecho empezó a gritar ¡Hay mis hijos! terminó también con su vida, colgándose de un mezquite.

El dolor y la culpa no la dejan descansar y algunas noches se le puede escuchar buscando a sus hijos que el rio se llevó gritando ¡Hay mis hijos!

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By admin

Diseñados Gráfico, Maestro en administración pública. Asesor en comunicación estratégica. Aficionado a la historia y a la astrofísica.

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